jueves, 15 de abril de 2010

El camino...

Mi viejo paso de siniestros espacios, empieza a desencadenar el pasado y el tiempo descalzo; seguimos en los caminos que lastiman las piernas, quiebran espíritus y danzan en aires tibios que sofocan la calma.

Las manos tiemblan, no hay ciudad que me llame hijo, no hay techo que llame hogar; no es culpa suya, no hay paredes que entiendan mi encierro, hay espacios que lleno al verlos, hay tiempos que mercen pasar.

Los sueños a alcanzar no se antojan cercanos, pero los traigo a cuestas cargando. Descansándolos de vez en vez, de hombro en hombro, con palabras que mueven toneladas, montañas, se hacen planes que acarrean miradas.

Con mi pesado silencio de perderse en lo incierto. Sonríendo, me dispongo a seguir, pues creo, que me sobra camino, me sobra destino, y no importa que a veces no tenga ganas de seguir.

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