jueves, 29 de abril de 2010

Que le dijo una lata caduca a otra...

Ven y dime entre lágrimas y dientes apretados, que nadie nos prometió vivir para siempre, que la vida nos tiene fechados.

Ahora que todo es bello y que no hay nada ya que extrañar, está el mismo sueño que cuenta mis días hasta que desfallezco y comienzo a extrañar los nuncas de una vida sin mirar atrás.

Con sus manos estrechas, el camino de piel que has dejado atrás, coloca los ojos en ti. Tu cuerpo nervioso estremece, sorprenden las propuestas, las torpezas y los segundos largos que marcan la diferencia.

Pongo la atención en el camino, que se pierde, el tiempo consistente en lo extraño, lo torcido y lo encantado; todo me recuerda tu pequeña incierta cordura que recae entre lluvias y pánicos callejeros, destinados al incendio de lo profano y el restablecimiento del beso como moneda de intercambio.

Hoy nadie pertenece a tu mundo ya olvidado de tantos cambios, perdido en si mismo y encontrado por la nada que camina en tu cabeza y habla indecencias mientras cubre sus ojos de cualquier luz que no sea la propia. Así pasan los días y las horas de espasmos, de ser mal etiquetados en este mundo de supermercado.

jueves, 15 de abril de 2010

El camino...

Mi viejo paso de siniestros espacios, empieza a desencadenar el pasado y el tiempo descalzo; seguimos en los caminos que lastiman las piernas, quiebran espíritus y danzan en aires tibios que sofocan la calma.

Las manos tiemblan, no hay ciudad que me llame hijo, no hay techo que llame hogar; no es culpa suya, no hay paredes que entiendan mi encierro, hay espacios que lleno al verlos, hay tiempos que mercen pasar.

Los sueños a alcanzar no se antojan cercanos, pero los traigo a cuestas cargando. Descansándolos de vez en vez, de hombro en hombro, con palabras que mueven toneladas, montañas, se hacen planes que acarrean miradas.

Con mi pesado silencio de perderse en lo incierto. Sonríendo, me dispongo a seguir, pues creo, que me sobra camino, me sobra destino, y no importa que a veces no tenga ganas de seguir.

lunes, 12 de abril de 2010

Te alcanzo...

Te alcanzo entre la niebla y la mirada nublada por el sueño. Son ansias, historias de caricias que se adeudan y mañanas que se extrañan en préstamo a la memoria. Somos la idea errante de navegar por tu mirada perdida que obedece mis manos y sus instrucciones en Braille sobre tu piel, sobre tus piernas y brazos.

Tatuado en el pecho el sentimiento que se anhela y se traspira, puedo rastrear tu paso, puedo dar pie a desbordar el pecho contenido por la espera, y reencontrarnos en terrenos conocidos; en el amor hecho camino y tu cuerpo por destino.

Te extraño en tus despertares y en tus sueños. En ciertos hábitos que estabilizan mi mundo frágil; en el reconocer tu calor como mío, en buscar mi sonrisa en la palma de tu mano, a la altura de tu pecho colocar mi oído y reconocer la sincronización de los latidos.

Destinados a superar todos los errores y males, cegueras y espacios; somos aquellos que comparten más que su tiempo y espacio, somos más que un montón de planes, somos almas iguales.