Tengo mis dudas, tengo recovecos de ansias, de calmas. Soy grouyere del cerebro cansado de olvidar, y aferrarse a la memoria equivocada.
Hoy disfruto dormir, sin almohada, sin sabanas o piel. soy la inteligencia de la muerte en cada cabello, y la conciencia de tu vida en cada sien. Soy la nada, que se estanca en cada segundo de duda, y el silencio que se forma entre la calle y la ruta.
Estoy en cada gota de sudor frío de culpas y en cada sabor amargo que se atora en la garganta del cobarde a punto de hablar. Tengo la fuente de lo eterno, entre vena y corazón. Soy egoista de mi alma, que quemo en pedazos para calor poder guardar.
Soy carcelero de todo sentimiento que no expresen mis dedos, que no pueda escribirse sin tintero
lunes, 21 de julio de 2008
lunes, 7 de julio de 2008
Amanecer...
En busca de la más mínima entrada, del punto de quiebre, de una fisura mi mano buscaba en la espalda aún cubierta y protegida por ropas y la oscuridad del abrazo a media sala. Cercana al sofá, la sombra entrelazada tirada al suelo. Frente a la ventana, tu cuerpo siendo memorizado por la punta de mis dedos, y por el roce egoísta de mis labios.
A placer del tiempo contado entre gotas de sudor y la menguada luz de Luna. Se desteje la blusa, el pantalón y la desnudez irradiante de tu vientre deja escapar sus narcóticos vapores. Enajenando la destreza de la lengua recorriendo tu barbilla y tu silueta. Buscando confort en los cojines, ahora gigantes, te reclinas invocando a que mi aliento suba la escalera de tus piernas.
Tus manos afilan las uñas contra la tela, y las contorsiones se vuelven espasmos de sonrisas, de muecas felices. Somos tú y yo bajo el manto de la noche, y el frío de las pieles incendiarias justo antes de hacer fricción.
Despacio pero sin dudas, te levantas decidida; ensordecen los sonidos, y dejan en eco la respiración agitada. Procuras sonrisa, pero los ojos dicen: Caza. La sombra ahora presa, de la espera larga, del sabor perfecto, de la nada que no pasa.
El aire se torna espeso, el aliento fuego y tu cuerpo templo. Los susurros voces, y las voces gritos. La fuerza de entre las sombras destella chispas y llamaradas. La batalla de las luces se vuelve más clara. La noche día, y el Sol... y el Sol sale a media sala.
A placer del tiempo contado entre gotas de sudor y la menguada luz de Luna. Se desteje la blusa, el pantalón y la desnudez irradiante de tu vientre deja escapar sus narcóticos vapores. Enajenando la destreza de la lengua recorriendo tu barbilla y tu silueta. Buscando confort en los cojines, ahora gigantes, te reclinas invocando a que mi aliento suba la escalera de tus piernas.
Tus manos afilan las uñas contra la tela, y las contorsiones se vuelven espasmos de sonrisas, de muecas felices. Somos tú y yo bajo el manto de la noche, y el frío de las pieles incendiarias justo antes de hacer fricción.
Despacio pero sin dudas, te levantas decidida; ensordecen los sonidos, y dejan en eco la respiración agitada. Procuras sonrisa, pero los ojos dicen: Caza. La sombra ahora presa, de la espera larga, del sabor perfecto, de la nada que no pasa.
El aire se torna espeso, el aliento fuego y tu cuerpo templo. Los susurros voces, y las voces gritos. La fuerza de entre las sombras destella chispas y llamaradas. La batalla de las luces se vuelve más clara. La noche día, y el Sol... y el Sol sale a media sala.
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