jueves, 28 de junio de 2007

Insomnios...



CIGARRILLO...


Suena como si ya no me adoraras,
Huele a quemada tu suerte.
Suena como a llanto ahogado,
Tú sabes lo que te esperabas.

Gastaste tus salvas,
Yo sólo erré en quererte
Nunca fui aquel que tu querías,
Ahora sólo hay descaro en el paquete.
Suenas como si no me conocieras,
Soy el acompañante de tu muerte.

Y me tientas el cuello,
Mi cenizas al viento mienten,
Yo nunca he fallecido cerca de tus labios.
Despídete de la carne, del sabor,
Hoy doy festín, hoy eres mía,
No actúes con sorpresa,
Exhálame en tu despedida.


_____________________________________





LOCO...

Disculpa que me hayas visto así,
Disculpa la cuerda, y la navaja.
Todo está oxidado, y tus trazos
Hoy viejos y acabados.

Retrato de tanto cariño,
Recuérdalo sin distracción,
El tiempo es una criatura,
Amárrala hasta el final.

Y cuando todo este cerca,
Recuerda cuando no pudiste irte.
Te quedaste en la puerta,
Malditas maletas memorias,
De ganas mentiste.

El retrato del regreso perfecto,
Hoy la vida da otro paso,
Me quedé tras los pasillos,
Me aventuré a mi mismo,
Y acerté en mi final.

miércoles, 27 de junio de 2007

... Les aclaro

La aclaración es la siguiente: Mi TEXTO como señala la etiqueta de la entrada anterior, es eso un texto, y no puede ser usado como declaración o confesión... Por que es FICCIÓN.

Síganme leyendo. Saludos

martes, 26 de junio de 2007

How I could just kill a man...

Con el temor acostubrado a la violencia, o la mera paranoia citadina como sombra y capa de todo acto, caminaba rumbo al primero de dos trasportes que se tienen que tomar si se quiere llegar a mi hogar.

Subí a la dichosa "combi", con dirección a Mixcoac. Seis eran mis acompañantes: una mujer oficinista de amplias caderas y demasiado tejido adiposo, cuatro obreritos, seguramente albañiles y un joven gañan, con una amplia chamarra y pantalones grandes.

El último personaje me erizó los bellos de la espalda. Un adolecente inexperto en el mal camino, pero con todas las intenciones de caminarlo. Tocaba y tocaba su bolsillo, se acomodaba su amplia chamarra y su intento de cinturón.

Llegabamos a la base cuando me sentí escudriñado con la vista por el pequeño delincuente. Fuí el último en bajar.

Me dirigí con paso acelerado hasta la segunda base de autobuses con rumbo hogareño.

Cual pegoste el bandalopuberto, aceleraba y alentaba el paso de acuerdo a mi sombra. Un par de movimientos para corroborar este hecho fueron estrategia de mi paranoia. Entré a la tienda más cercana a no comprar nada, y el hizó lo mismo. Mis nervios comenzaron a molestarme, y la adrenalina a fluir.

En mi mochila, traía una navaja tipo Suiza. El motivo de su presencia allí era sencillo: un promocional, me dedico a eso de las promociones. La saqué mientras cuasicorría hasta el camión, subí a él, y para mi suerte el puber venía detrás mío.

Con la mayor discreción había sacado el aditamento punzocortante del armatoste tipo Suizo, es decir saqué instintivamente el cuchillo mantequillero que portan estos juguetitos de "scouts". Lo metí a mi bolsillo derecho, con mi mano que lo apretaba cada vez más, pues la mirada del niño seguía en mi.

La hora de la verdad se acercaba, tarde o temprano yo tendría que bajar del autobus, y podría suceder dos cosas:

La primera intentar huir del asalto y de no evitarlo resitir la golpiza probable, o la segunda enfrentar al asaltante novato, y tomar la mayor ventaja de la sorpresa de toparse con un peatón invadido por la impotencia de haber sido asaltado más de lo que quisiera y dispuesto a desquitar esa ira reprimida.

Salté con el autobus aún en movimiento, y crucé la avenida, cual era necesario para acercarme a mi meta. Como era de esperarse mi sombra venía tras de mí, empuñé mi juguete y al sentir un jalón mezclado con: "aguanta chavo", giré el cuello sin dejar de avanzar.

El puberto empuñaba una pistola. El frío me recorrío.

"Afloja lo que traigas" dijo.

No dije nada, y me comenzó a buscar en mis bolsas.

"¿Que traes en la mano?", saqué la mano empuñando mi artículo rídiculo.

El espantado por el hecho de ver que pudo haber peligrado, lanzó un certero cachazo sobre mi craneo. Chasqueo y escuché claramente un resorte, de su imitación de arma.

Protegí mi cabeza con la mano enavajada, cortando accidentalmente al torpe asaltante.

El sonido del resorte se repetía intentando golpear mi cabeza, un par de patadas me tenían casi hincado. Poco había que hacer, en espera de que un tiro no saliera accidental o premeditado y me volará parte o toda la cabeza.

Vi que su motivación ya no era la misma. Ya no buscaba mi celular, o la cartera, seguía golpeando y cortandose de vez en cuando.

En respuesta poco conciente, comencé a devolver un par de puntapies y puñetazos. Vi caer el arma. Era la oportunidad.

Lancé un par de golpes bien concretados en sus mejillas. Mi mano izquierda fue certera.

Mi mano derecha empuñaba algo que había perdido de vista, hasta que se atoró con la chamarra tipo colchón del tipete. Jalé hasta cortar buena parte de la chamarra y liberar la navaja. Él tomó mi brazo e intento sostenerlo. Seguí golpeando con la otra mano. Ahora él era el agraviado, y yo una bomba de adrenalina fuera de mi, con muchas ganas de hacerlo sangrar. De que pagara por todos los asaltos que me habían cometido. De que me devolviera la dignidad de las últimas dos golpizas que me habían propinado.

El jaloneaba sin sentido su chamarra. Por fin logró que lo dejará de sostener con mi mano derecha e intento huir.

Lo siguiente sucedío tan lento pero tan inconciente, que aún puedo sentir la sangre tibia recorriendo mis dedos. Lancé un golpe empuñando el "juguete" hacia el cuello del agresor, cuando este buscaba huir, yo buscaba su cara, pero encontré su cuello, que cual bolsa con agua pinchada me derramaba su relleno.

Mi instinto, fue lanzar otros dos golpes así. El primero entró en su cachete y salío por su boca. Jamás una sonrisa me causó tanto placer, y su sonrisa ahora era muy grande.

El segundo, mientras caía al suelo entre gritos y asfixia sanguinolienta, le atraveso la traquea. Sentí claramente tocar el hueso de la mandíbula y la sangre hacer resbalar la navaja. El corte se alargo en busca de hacer más daño al jalar mi mano lateralmente. Un par de esfuerzos y el cuerpo inconciente derramaba, lo que a mis ojos eran, litros y litros de tibia y semiespesa sangre. Tenía la textura de un café capuccino con crema batida.

jueves, 14 de junio de 2007

Registro del ocio pregunton.

Por sugerencia de un hermano, me he dado a la tarea de, mientras muero un poquito, contestar este test... que bien podría ser lo último que conteste.

1. Los principales rasgos de mi carácter

Necio, voluble, facilidad de palabra

2. La cualidad que deseo en un hombre

Lealtad

3. La cualidad que deseo en una mujer

Inolvidabilidad

4. Lo que más aprecio de mis amigos

Que me soporten e intenten entenderme.

5. Mi principal defecto

Egoista. Efímero.

6. Mi ocupación favorita

Ella.

7. Mi sueño de felicidad

Que nadie me olvide.

8. Lo que para mí sería la mayor desgracia

Ser olvidado. Volverme estúpido o tener descendencia estúpida. ok... con poco IQ

9. Quién me gustaría ser

Luis XVI

10. Dónde me gustaría vivir

En Tokio... que no vieron Lost in translation... si no viajan mínimo lean... o vean cine.

11. Mi color preferido

Rojo sangre.

12. La flor que más me gusta

DIente de León

13. Mi ave favorita

Happy Feet

14. Mis autores preferidos:

José Agustín, Juan Rulfo, Albert Camus.

15. Mis poetas favoritos

Benedetti, Fonollosa, Corro (ok ese es chido pero tenía que ponerlo)

16. Mis héroes de ficción

Michael Corleone, Ryu, Pedro Páramo.

17. Mis heroínas de ficción

Chun Lee, MamaLucha.

18. Mis compositores preferidos:

Calamaro, Jagger, Bono, Lennon

19. Mis artistas favoritos:

Coppola, Dalí, Ceratí, Bunbury

20. Mis héroes en la vida real:

Bunbury, Ceratí, El santo.

21. Mis heroínas históricas

Mi mamá.

22. Los nombres que más me gustan:

Regina, André, Sofía.

23. Lo que más odio

El sentirse inútil.

24. Los personajes históricos que menos me gustan:

El idiota que se cayó con la bandera enredada, todos los presidentes gringos que dicen ser heroes, Lázaro Cárdenas.

25. La campaña militar que más me gusta

el día D.

26. La reforma que más aprecio:

Libertad de expresión y de credo.

27. El don de la naturaleza que me gustaría tener

el viento... me gustán los papalotes qué quieren que haga.

28. Cómo me gustaría morir

Algo super trágico. Recuerden que el olvido me da más miedo que la muerte. No sé, por intoxicación, por respirar humo en un incendio, mientras salvaba a una bebé (mi hija para darle el toqué paternal).

29. El estado actual de mi alma

Crisálida

30. Las faltas que puedo soportar

Todas se pueden soportar. Pocas perdonar.

31. Mi lema

Jamás confies en una maldita lesbiana dentista infantl.

lunes, 4 de junio de 2007

Mr. Endodoncias

Punzaba a la altura de la quijada un dolor. Y no eran palabras no habladas, más bien, era la sensación de querer mascar un piedra y despedazar cada uno de los incautos dientes que se empujan entre sí.

Todo comenzó como cualquier mal... Nace, crece, cumple su objeto, y se resuelve o te mata.

Pero, contextualicemos, mi dentadura a sido ultrajada numerosas ocasiones, entre ellas una vez engañé a mi dentista y fuí con otra, razón faltal que desencadenaría, como todos los engaños, bastantes pleitos y dolor.

Total se me picó una muela, y por avaro, no asistí con mi dentista de cabecera. Fuí con una "amiga de mi mamá" que resultó una señora cómo de 50 años, machorrona, cuya asistente era su pareja. Su especialidad: INFANTIL.

Uno debería preocuparse cuando su dentista lo más que atiende son dientes de leche, a pero no, no capté esa señal.

Después de un poco de dolor al anestesiarme y ver que incurría en no ver una segunda señal, NO ES NORMAL QUE TE DIGAN: AHÍ VIENE EL AVIÓN, para que abras la boca.

Salí de ahí con la cara dormida, pues me habían aplicado anestesia suficiente como para dormir a un elefante, ultrajarlo,y después él no recordara nada, y sólamente tuviera un dolorcillo rectal.

Meses después...

La molestía... primero la sensación de que lo frío me molestaba... Hipersensibilidad, me mentía a mi mismo.

La molestía creció como niño, y cuando menos me dí cuenta ya era un adolecente hecho un verdadero dolor. (qué rápido crecen...)

Decidí como todo buen naco, soportar el dolor pues "mañana se me quita".

Hasta que una buena noche atacó. La desesperación era tal aquella calurosa noche de jueves, que me tomé todo el paracetamol que encoentré en mi casa, acudí después al Ketoralaco. Las respuestas no mitigantes del dolor me hicieron caer en la desesperación extrema.

Morder la correa del reloj, me calmaba un poco las ansias. Aunque sentía que la presión ejercida en cualquier momento me haría reventar un pedazo de diente... La opción comenzaba a ser contemplada como solución:

Recordé que a los bebés les ponen anis en sus encías para que se les duerman... La opción para adultos es embriagarse con whiskey. Dios Bendiga aquella botella de Jack que estaba aquella madrugada en mi sala. Mi reloj marcaba las 3 am, y yo decidí hacer lo propio. Abrí la botella, la incliné sobre mi boca, y sentí su sabor etílico matando un poco mi lengua, estaba a punto de pasar el trago cuando recordé: demasiados medicamentos + alcohol= Suicidio.

Por tanto hice algo sacrilegioso. Escupí. Con la boca enrojecida y ligeramente adormecida. Repetí y repetí el acto.

Me sentí culpable pero pude dormir, casi 3 horas. Para después levantarme bañarme y tener el descaro de asistir a laborar con uno de los peores y más desesperantes dolores que he sentido a lo largo de mi vida.

Agendé cita de emergencia con mi dentista, que radica en la hermana Republica de Atizapán, cuyo traslado de emergencia dura casi 3 horas con tráfico.

Casi llorando entré a su consultorio con la cara deformada del dolor, la mueca inconfundible del moribundo o del torturado por sus pecados.

Me vió, y de inmediato levantó su dedo acusador y juzgó: Esta curación no es mía y seguro es la que te molesta. Tenía razón.

Sacó una radiografía y comenzó a sonreir distinto. Y digo distinto por que lo conozco hace años, y su amabilidad siempre ha sido destacada... hasta ese día en que la comisura de sus labios atacaba mi miedo.

Taladró sin advertirme nada. Me reclinó, y no sé si estoy intentando bloquear de mi memoria esos hechos tan funestos, o sólo mi pánico ante el taladro repiqueteando y zumbando en mi boca me hacen olvidarme un poco.

Una vez descubierta la "curación" anterior. Pulió y limpió de caries. Era más fatal de lo que YO esperaba. Me sentía aliviado po que me quitaba la presión... oh sorpresa la mía.

Odio las sorpresas, ok nada más las que duelen. Esta era por mucho la que más odiaba. Me tenía que extraer la pulpa de mi muelita. Por qué, por que la che caries había llegado hasta la raíz, y la encía estaba cochambrosa...

Cuando me dijó eso estuve a dos de irme de espaldas. Gracias a mi respaldo de la silla ya reclinada no fue así.

Una vez más tomo una jeringa de tamaño descomunal y me inyectó anestecia a diestra y siniestra. Me sentí alfiletero. Y cuando ya no sentía media cara, la lengua, un pulmón, y la mano derecha, dijo creo que con eso bastará. PÁNICO en el consultorio.

Sacó unos cochinos tornillitos de colores, que en realidad eran limas. y dijó esto te va a molestar (ubiquemos que él siempre dice " vas a sentir un piquetito", mientras tú te retuerces en su maldita silla rasguñando los laterales de puro dolor. Entonces cuando después de tanto analgésico me dice: te a va a molestar... comencé a sudar frío)

Introdujo su instrumento de tortura al fondo de mi muelita. Para esto ya me había explicado que eran tres terminales nerviosas a aniquilar. Retirando la pulpa manualmente.

El aparato del medievo me dió calambres en todas mis ideas, me encogío las entrañas, y me agarró a patadas las nueces. Sí, juro que el dolor era muy intenso... y se iba a poner peor.

Levanté mi manita izquierda, que es la que se levanta cuando "molesta". Y dijo... ok nada más deja saco la limita y te pongo anestecía directa.... TÓMALA, un jalón... mi ojo derecho, sin mi autorización prevía, comenzó a mojarse y escurrir.

El tornillito traía pedazos de mi muela aguaditos.

Contar el detalle de lo consecutivo no mejorá, pues fueron dos sesiones de una hora cada una, donde pedazo a pedazo le arrancaban la vida a mi muela, y a mi las ganas de pagarle al dentista. El dolor creo que es similar a tener un bebé.

Insoportable, incontenible, siplemente una catástrofe en el pequeño mundo de las terminales nerviosas habitadas por neuronas medio putrefactas. Eso sintieron las familias en el 85, eso siente la gente en la silla eléctrica. Las torturas no estaban olvidadas por la santa inquisición... Las hicieron profesión: Dentista.

Después de mucho dinero, dolor, sudor, esfuerzo, desgastedevirilidad, llanto, DOLOR, logré que me dejará dormir mi cochina muela. Pero algo me queda de moraleja, y no es la que el gracioso sádico en bata blanca me dijo (por cierto me dijo: Ya ves. La pasta sólo cuesta 40 pesos. Cuando yo lloraba para que se detuviera), la verdadera moraleja es JAMÁS confíes en una MALDITA LESBIANA DENTISTA INFANTIL.