Ahí entre el juicio y la nada, el acantilado y la vacilación… quién de nosotros soportara el golpe de viento hecho bofetada; caerá en silencio y apagará el alma. Quién de los presentes dudara del camino hasta hoy recorrido y sentirá el rencor recomenzar en la orilla de los labios y transformara en, otrora besos, balbuceos ahogados…
Quién alimentará el té con miel que no endulza
y sostendrá la charla más lenta y difícil de pasar...
Pudiera la
tarde durar años y sentirse los segundo caminando en el cuello, tristes
y retrasados, mientras arrastran sus pequeños pies y lengüetean la sensación de
la pausa. Allí, con el corazón alado, sintiendo que un pedazo de alma sale y
regresa al cuerpo. Allí, cuando nada más se espera el duro final. Allí,
quién de nosotros romperá el silencio, la espera y con ello, el equilibrio de calma
pasajera. Quién desatará el diluvio de los ojos, contenido sólo por el pecho,
por ese enorme corazón.
Dime quién, reparara lo que hoy se siente tan
quebrado; dime quien eres y que rayos piensas cuando haces falta. Dime quién de
nosotros será el valiente o el ingenuo, quien ahogara la voz que antes todo
calmaba.
Y cuando yo sea calma, el corazón distancia, la vida
agua y el llanto corra por las venas del cuerpo ya sin carne. Quién será el
responsable, quién de nosotros saldrá con vida de este momento errante.