jueves, 18 de marzo de 2010

Agua...

Pequeñas distancias que acarician las orillas curveadas, que con calma recorren las aguas; no se pueden volver a tomar, siempre distintas, siempre andantes y revueltas, siempre gotas distintas de corrientes que no volverán.

Hay algo de melancolía en el río, que aleja las hojas e ideas, que remoja las costas que permanecen verdes. Algo de silencio en el fondo del agua y de ruido relajante en su común habla. hay un poco de paz al dejarse llevar, algo de calma cuando por fin se funde uno con el mar.

La tarde nos recuerda con aquella nube pasajera y el olor a humedad, con las primeras gotas de lluvia, que toda el agua tiende a volver a comenzar, y aunque no sea la misma gota en la corriente nos volverá a encontrar, en una orilla del río, en un charco o en el flujo sanguíneo. Y así recomenzar.

Caminando...

Caminando sin demasiado rumbo, las calles resultan conocidas. Todo luce igual, tan gris y dispar. Perteneciente a la noche que no deja de aullar, lamentos solitarios que oscurecen los faros, mientras el silencio se encripta bajo el brazo cobijante de los autos incesantes que aún no dejan de pasar.

Volvemos a levantar la mirada, de nuevo pocas estrellas en este cielo de ciudad. Algo cambia y las calles, en mi camino, ya no son las mismas, las nubes son de otro tiempo, las lluvias de otro lugar. Todo se junta y alarga la ciudad, todo recuerda el infinito y la certeza de que no hay más allá.

Somos chispas y estrellas, somos hormigas y dioses, somos cielo y carretera. Soy el que escribe y así su alma alimenta.

domingo, 7 de marzo de 2010

Ciudad...

Regresando por las dunas de asfalto al seno materno de mi ciudad errante que navega sobre la suciedad de si misma, desbordante, llena de alma atrabancada y descarriada.

Eres sinceramente la peor que he conocido, no dudo del instinto; pongo en tela de juicio mi mundo y su detonar en cada luz verde y las ganas de mi vecino de recorrer su mundo con prisa a la nada y su coraje a todo.

Dudo de que no te caigas por los cimientos, aunque creo más que no caes por el óxido de las promesas y la vieja usanza de creerlas. Tus venas contrariadas desbordan sin cesar la esencia del alcantarillado y tu piel mixta propone anarquía como moda de tu rostro y vestimenta.

Has sido rechazada y comprada, eres terreno usado y proyecto en venta. Calabozo moderno de almas antiguas, alojo de millones de seres y de alguno que otro humano que pierde a cuenta gotas aquello que lo diferencia.

Surfeo el transporte público y sus ilegalidades, soy el rey de mi mundo y habito una ciudad enclenque y decadente. Amo sus cimientos pero odio sus paredes.

Esta ciudad es madre, padre, asesino, víctima, violador y ultrajada; es mi pan, mi cama; soy suyo desde mi cabello hasta mi hedor a cloaca.

jueves, 4 de marzo de 2010

Don...

Este es un don que conlleva una carga; pesada y hambrienta se alimenta amarrada a tu espalda, succionando tu cuello y dominando tu espina, ahora un tanto curveada.

Todo lo tocas y se pudre en tus dedos, eres tóxico. De largos parpadeos, guillotinas de visiones que aletean por su vida mientras presurosas se congelan en la memoria. Ahora son tuyas, tú las viste, tú las harás perecer para en tu egoísmo retenerlas.

Cordero de sacrificio cualquier buen día, y prorroga de la calma a cambio de la sangre del atardecer que ofrenda sus tonos rosas. Sólo queda el recuerdo, que alimenta la carga, que potencia la espera y cava una zanja para contener una vez más las oleadas. Ya no hay nubarrones azules y violetas, hay memorias de quimeras y estrellas pasajeras.

La memoria tu pena y gloria, y poder mirar por tus ventanas tu alimento y veneno, pues todo pasa y sólo tú quedas, todo cargas y sólo tu lo piensas.