martes, 2 de noviembre de 2010

De muertos y de olvidos...

Para los de arriba, para los que observan, y creen que es su noche. Para ellos las notas son largas, y las visiones cortas; nos comparten sus calmas y sus tardes, entre flores y memorias que atiborran con sus aromas y sabores agridulces.

Para todos aquellos que sin gloria revisitan las páginas del resto, que creen que es su noche; para ellos hay lunas misteriosas, plegarias silenciosas y un montón de sinsentidos pensamientos que revolotean en más de una cabeza. Hay un vientecillo callado lleno de pena, que roba un escalofríos a su paso.

Para todos aquellos que sólo esperamos a que ellos crean que es su día, hay un reloj de arena, un sonidito casi mudo, constante y latente. Es el ruidillo del tiempo que se nos acaba, de la última nota y del pánico del silencio, del tranformarse en otra memoria fatigada, y en la creencia de que todo fue hecho.

Y para los que creen que es su noche, y para los que creemos que es su noche, hay ignorancia. La felicidad del desconocer, la ingratitud del saber y muchas creencias que creer.