jueves, 29 de octubre de 2009

...simple

Compartiendo un poco de simplicidad, un poco de diosabeque, que se escurre entre tus labios y mis manos al contacto. Compartiendo un poco del peligro en cada palabra y acto cometido, somos quienes queremos, hacemos nuestro propio camino. Tomados de la manos del destino y sin contar los daños, recorremos uno a uno los días sin caducidad alguna.

Y esto es lo que tenemos, lo que hay, lo que podemos. Tú y yo compartiendo un estado y disfrutando de la conciencia de lo compartido. Verdadera simplicidad de un beso al despertar, de un tomarte la mano y de buscarte al final de un camino largo, de saber tenemos principio y no veo un final.

Tan simple como un sentimiento, un momento juntos, hacemos de este presente nuestro futuro realidad.

lunes, 26 de octubre de 2009

... lleno de etcéteras

Tengo mi camino lleno de etcéteras, saturado de listas pendientes e historias sin moraleja alguna. Te tengo en mi camino, tengo mis manos que al tocarte: creen en los milagros.

Siempre al límite de un error, de la mala alineación astral, siempre a cuesta de una mala racha que fallece en tu sonrisa.

Si hemos hecho algo mal, mañana no importará; lo mismo da si me dejas volver a intentar. Hay días en los que preferiría robarte unos segundo más al despertar, al dormir, al volverte a tocar.

Yo pensaba en un regalo, gritaban las memorias atascándose en la punta de la lengua y aunque la boca se movió, NADA SONÓ. Pensé en callarme y disfrutar del viaje, pensé en seguir atento a las ventanillas. Atento al trayecto que acompañas sin saber, y al destino que nos pone en la misma carretera y me deja manejar sin siquiera el aliento contener.

Y ahora tengo mi camino lleno de etcéteras, saturado de listas pendientes, historias sin moralejas y una mujer hermosa por pareja. Seguro de que así nacieron las estrellas, que despistadas se escondieron tras las nubes y la Luna nueva. Seguro que así es morir feliz, con un ojo cerrado y la cabeza embriagada de tu piel.

Y hoy firmo mis palabras, que aun recuerdan tu voz, que se pierden en las distancias, que inflan mi pecho, me dan luz y calor. Hoy reafirmo nuestro pacto callado, de intentarlo mañana, de robarte sin armas, de colocarme a tu espera y en tu caza. Hoy doy gracias por ser tu pareja y de estar enamorado.

jueves, 22 de octubre de 2009

Me preocupa el miedo...

Me preocupa el miedo, pues no hay más a donde entrar sin comenzar a salir; y hoy buscas más y hoy luzco tan plano. Tan burdo y sencillo, con uno o dos dones destinados sin fuerza al esfuerzo, con demasiados signos de interrogación a cuestas.

Me preocupa el miedo, de generarte preguntas sin respuesta, de tener que buscarte en mis laberintos mentales y encontrarte perdida. Hoy luzco tan sencillo en tu vista, que mis credenciales ya no impresionan ni a tu risa.

Me preocupa el miedo que mi espalda recorre por las noches, que aunado al frío causa espasmos, causa temblores inexplicables de pensamientos paranoicos, donde te pierdo sólo soy una gran historia, del pasado parte.

El miedo de sentarme en la orilla del tiempo, verlo pasar y a ti con él; perderlos.

Hoy luzco tan plano, tan insensato ante todo el mundo que pierde la fe en el ateo, hoy sólo te desespero y planeo dejarte un beso, pero tal vez haya que dejarlo para otro día, con más consistencia, con más tiempo del que carezco... o tal vez menos miedo y preocupación al respecto.

lunes, 19 de octubre de 2009

El cubo...

Una vez dos ingenuas personas encontraron una caja, un cubito negro; sin más sentido que pisa papel, sin más uso que el olvido común. Para gracia y suerte del cubo, en manos adecuadas era herramienta de más. Durante algún sencillo tiempo fue banco para alcanzar tesoros entrañables de cocinas milenarias y tazones de galletas sagrados. Otras tantas veces fue balón, lanzable y siempre cachable (Nunca habían probado su dureza a conciencia, el romper algo que no conoces bien puede causar más culpa de la debida, o menos castigo del adecuado).


El cubito negro poco a poco fue adquiriendo nuevas caracterizaciones. Con un simple bigote y un parche, ambos dibujados con crayola roja, lograban hacer al tan interesante objeto todo un corsario. Decidido a desfalcar los cargamentos de dulces o lodo que transportaban de ilusa manera los marinos incautos de ese patio trasero. Otras tantas, una crayola rosa, era maquillaje y volvía endeble y muy formal al personaje, le daba una elegancia exquisita a la hora de tomar el té con el resto de sus comensales afelpados.


Así transcurrieron esos largos días soleados, nublados y uno que otro lluvioso. Algunos días fríos pero ninguno demasiado, nada que no se arreglara cuando las dos ingenuas personas se tomaban de la mano, se abrazaba, o se sonreían... casi nunca se tenía que buscar un abrigo más grueso que eso.


El cubo con el uso, con el tiempo, con la costumbre, con la incertidumbre, con el frío, con los lanzamientos, con las idas, con los regresos, con el ser usado de banco, con el infinito uso del limitado tiempo por parte de estas dos ingenuas personitas... terminó por ablandarse; en contra de su dura corteza, en contra de la rutina de firmeza y aristas negativas al doblez. Se transformó en algo maleable, pero no demasiado.


Las personitas sorprendidas y más bien asustadas, al principio tomaron decisiones bizarras. El niño más acostumbrado a ignorar la firmeza del cubo, decidió no usarlo, corría el peligro de dañarlo, y en secreto le daba más miedo eso que en realidad intentarlo. La niña, ligeramente trastornada por el cambio, puso su mayor empeño en moldear un afelpado amigo más para las largas sesiones de té (y con toda razón, corren los rumores de que Teddy, no es pardo natural). El cubo se resistió y terminó siendo más bien un feo y amorfo cuero similar a una estrella... o un triángulo perdido en su camino o un cubo intentando ser quien no era y sufriendo el castigo de malintentarlo.


Ambos se cansaron del complejo andar del excubo. "Demasiado complicado habiendo tantos juguetes", "Demasiado blando habiendo tantos bancos", "demasiado duro habiendo tantos balones". Pero la belleza del cubo no era entendida... no era un juguete, no era una nueva atracción, no era un personaje en la rutina, no era uno más en la mesa del té, no era lo que esperaban, no era quien esperaban, era lo que necesitaban...


Era lo que necesitaban... y lo notaron al buscar de nuevo el tarro de galletas y no alcanzarlo, al lanzar un balón real y no saberlo controlarlo. Era lo que necesitaban, y no lo notaron hasta que de nuevo jugaban solos, hasta que faltaba un marinero incauto o alguien que si contestara "ya no quiero más té", alguien que hiciera más pasadera la tarde eterna.


Ahora ambos chicos siempre llevan abrigos, casi nunca se acuerdan, casi nunca se olvidan, pero les falta algo, se sienten incompletos. Creen que fue un error dejar perder el cubo, creen que extrañan al amorfo paralelepípedo.


Que ingenuos son los chicos que se extrañan a unos pasos, que olvidan entre rutinas que los cubos son cubos, los trabajos trabajos, y nadie extraña las cosas. Que ingenuos son los chicos que no entienden que esos abrazos y sonrisas cambian al mundo, cambian las mareas de los patios traseros y las multitudes en los restaurantes inventados en los cuartos rosas. Que ingenua es la gente que quiere buscar significado a los cubos. Pobre cubos, que nacen sin sentido pero se les otorga tanta razón.

domingo, 18 de octubre de 2009

Ebrio...

Son los actos inexplicables los que se funden en la orilla de la botella, que se pierden en tu frontera de la razón y el placer. Intermitentes entre tu boca y mis costas, a pausas de tiempo encontrado sin querer. Es la mezcla de la mar y la copa, el vino y tu ser. Bebámonos la vida esta noche, bebámonos de un sólo trago hasta la conciencia perder.

Miraba por la ventana, entre el frío y las distancias, sigue enfriando la noche entera, sigue cayendo la penumbra en mi nariz, sigue extrañando mi cama tu figura, sigo pensando en corregir mis errores, continuo con la mano en la copa, y la otra haciendo de abrigo contra la habitación. Aspirando la pesada noche y embriagándome de los recuerdos, bebámonos la vida entera, de un sólo trago... hasta la última consecuencia, hasta el último momento.

martes, 13 de octubre de 2009

...bajo el mismo techo

En pleno sueño, de caricias y largos momentos; mis dedos tropiezan en los enredos de tu cabello, sólo para causar tu risa, sólo para memorar el cambió. Te he visto cambiar y regresar, te he visto desnudar y ser la misma. Te he visto sonreír y cambiarme el día.

Y de tu mirada, raíces a lo eterno; de tus caricias puentes a uno que otro sueño. Y diciendo palabras cursis te recuerdo el cariño, invoco tus ideas en suma a mi aliento, imploro tu cuerpo, tu alma conviviendo conmigo bajo el mismo techo.