De saber que las distancias más grandes no limitan los reencuentros,la paciencia es necesaria y la necedad un argumento. Te regalo un ejemplo, de destino y esperanza, mira hacia arriba cualquier noche clara y recuerda esa Luna, esa que no escapaba a tu mirada.
Esa Luna que se escondió despacito en las sombras, generadas contra todas las posibilidades, de los cuerpos más lejanos hoy más unidos que almas iguales.
Siéntete pequeña frente a esas sombras pero confronta al universo con sonrisa, hasta entre astros hay oportunidades; tómalas una a una, decide si te cambian o las cambias. Respira y llénate de confianza, exhala y vuelve a casa, bajo la sombra tibia que vistió esa noche tu cara.
Sigue la Luna y sus pasos; aprende a reencontrarte en el alma del tiempo que marcó tus lazos, por que sabes que tu luz es guía y tu destino esta en tus manos.
miércoles, 22 de diciembre de 2010
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