lunes, 13 de septiembre de 2010

Entre Killing Moon y Ziggy Stardust

Cuando las palabras se rompen, y no hay mucho que decir detrás del borde que se rompe en resplandor. Y él ha cambiado tanto, ya no sabe cantar. Cuenta que le cuenta la Luna bajo la marea de una playa lejana y sin arena que mientras la vida transcurre y hay tanto que se dejó atrás, las olas contaban que un mar completo a sus espaldas sostienen la historia de una futura separación, que no lo deja descansar.

Tararea unas palabras sin sentido que parecen dormir bajo la sombra de los labios de la memoria adormecida por el susurro del pecho y su constante tambor. Y caminan lentas las notas del paladar al corazón, y se pasan con saliva y un tanto de alcohol; intentan tragarse los cantos de dolor, intentan pasarse la hiel de una canción, que hoy no se va y deja su huella en el eco silencioso justo después de continuar.

Hay cosas que nunca sabrá. Si de verdad se ha puesto el pie en esas tierras, si nada parece medirse igual, si en realidad hay algo más, si se va a dejar de extrañar lo que aún no se va, ¿Hay vida más allá de este momento?¿De verdad importa algo de eso, cuando todo ha dejado de importar?

Bajo la Luna asesina se ruega a los dioses internos comprensión o piedad, al tiempo pasar y a la memoria comenzar a olvidar. A su sombra clandestina y vestida de plata la sombra de una silueta que rompe en llanto mientras se olvida el cómo entonar y busca su guitarra poder tocar.

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