lunes, 5 de julio de 2010

El globo...

El globo que sin pensarlo demasiado se suelta de la mano, se desprende de las intenciones, se cree libre por el aire y flota. Como aquel sueño que pretende su primer paso en su propio camino, al propio ritmo de viaje baila con el viento incontenible.

Así se aleja de la mano del pequeño encandilado por el sol, que distraido confió en que nada cambiaría, que pensó en que el hoy por siempre sería.

Momentos después el llanto que acompaña la perdida, cuando se va la posibilidad de lo eterno, cuando regresa al rostro el vació y damos cuenta de la falta, la enorme falta de aquel sueño que acompañaba la muñeca y separaba ligeramente los pies del camino.

Ya separados quedan el llanto, la mano estirada, la pronta gran distancia; el viento y los caminos separados. Uno que se eleva y otro que se queda.

Ya vendrán otros aires, ya volverán a encontrarse, entre sueños y recuerdos, cuando se acabe el gas o el pequeño crezca. Ya volverán a sumarse y ser el cliche que el mundo envidia de la felicidad que equilibra el volar con el suelo, los planes altos con cimientos buenos.

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