miércoles, 5 de mayo de 2010

Desorientado y encontrado...

Todos los sentidos desorientados, perdidos en el afán de reencontrar el camino. La vista clavada, apuñalando la ventana que ofrece un poco de cielo, que bajo la luna ardiente padecen de ese gris fulgor que acaricia las asquerosas cabezas ralas de los inmundos cuerpos que no caben en sus casas, que colocan antenas y tubos en sus calvas aureolas.

Así, perdido entre los sonidos y aullidos literales, entre las sensaciones insaciables comprendiendo mi hambre y mi espera, el caos y la misma brisa que hace avanzar mi balsa; mi alma al otro lado de mi mismo. Entendiendo que no comprenderé la oscuridad temiendo de ella, ni haré luz por sólo quererla.

Así me hipnotizo por los parpadeos lejanos de los ojitos brillantes de alguna calle, de algún edificio que cimbra ante mi mirada o parpadea con sus pequeñas estrellas rojas que anuncian sus presuntuosos semblantes.

El mejor estado del desastre, es saber completo el paisaje al tirar el último naipe. Reconstruirse de la nada y creerse gigante. Y bajo un cielo sin estrellas, creerse una, saberse una luz que le parpadea a otro ojo incauto encerrado tras la ventana de otra casa. Guiñando el ojo, y sirviendo de faro en el puerto peligroso de uno mismo. Hay marea baja y la noche huele a calma, no hay respuestas, pero doy gracias a lo divino por tener más dudas.

No hay comentarios: