jueves, 4 de marzo de 2010

Don...

Este es un don que conlleva una carga; pesada y hambrienta se alimenta amarrada a tu espalda, succionando tu cuello y dominando tu espina, ahora un tanto curveada.

Todo lo tocas y se pudre en tus dedos, eres tóxico. De largos parpadeos, guillotinas de visiones que aletean por su vida mientras presurosas se congelan en la memoria. Ahora son tuyas, tú las viste, tú las harás perecer para en tu egoísmo retenerlas.

Cordero de sacrificio cualquier buen día, y prorroga de la calma a cambio de la sangre del atardecer que ofrenda sus tonos rosas. Sólo queda el recuerdo, que alimenta la carga, que potencia la espera y cava una zanja para contener una vez más las oleadas. Ya no hay nubarrones azules y violetas, hay memorias de quimeras y estrellas pasajeras.

La memoria tu pena y gloria, y poder mirar por tus ventanas tu alimento y veneno, pues todo pasa y sólo tú quedas, todo cargas y sólo tu lo piensas.

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