lunes, 10 de agosto de 2009

Lo mismo...

Te cambias de camisa, de ropa, de tinte de cabello, de pareja, de letra, de tarjetas de presentación, de vez en vez de calendario o de canción. Adorable sería el quedarse quieto unos segundo adorando sin sentido los días que pasan de uno en uno amontonándose en el olvido.

Y escuchas líneas de amor en cada canción, en cada envoltura de golosina, en cada diario que lees. Buscas en el horóscopo alguna salida a esta depresión de los días al vacío, y sólo dejas que todo siga porque: "hoy será un gran día" dice el adolescente que inventa que lee los astros, y tú le quieres creer.

Te diluyes en el mar de gente que lleva tu rumbo pero no tus causas. Te pierdes en el sinsentido del caos que amerita planificación diaria. Te pierdes a diario en tu camino, en tu tiempo en tu vida. Y pierdes el mapa de toda cordura incluso sobre el tópico de perder la cabeza.

Te sientes ajeno y vivo sólo cuando no respiras y te tragas las mismas premisas que te atan y reprimen. No haces lo que quieres hacer, no trabajas para tus propios fines, no planeas por tus propios intereses, en resumen no eres quien quieres ser, y en silencio defraudas a tu niño interno.

¿Qué harás hoy?, si contestas que lo mismo que ayer: No me vuelvas a hablar.

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