jueves, 9 de julio de 2009

No importa...

No importa mientras se vea lejos, se vea más allá de los ladrillos transparentes, de los nuevos discos, de las viejas melodías. No importa mientras todos se confundan con las luces de la ciudad y dejen de jugar con su cabello; bajo la luz de la vela, o el faro, en cada calle de la ciudad que despide olores desde sus poros hechos coladeras.

Y pasemos la noche mezclados entre tragos y cigarros, preguntando el porqué de cualquier cosa, confundidos con extraños, con aliados, bajo esta urbe que tiende a ahogarse a si misma de memorias y copas rotas.

No importa que hagas mientras vayas lejos. Sólo déjate arrastrar en la ola de cualquier saludo, que te lleva por la calle de la mano al siguiente punto, a la siguiente nota. No luzcas sorprendido de no querer ver, que hace calles que no ves sin dejar de temblar y el pecho te brinca sin saber. Sudas y llueve, confundes las calles con parientes y la luna de brújula te pierde, la culpas entre nubes, sigues silbando embriagándote de oscuridad. Quedando confundido de buscarla, entre tinieblas, copas y plumas de memorias confusas, que te llevan a casa casi a rastras; reptando hasta tu cama donde mueres despacito hasta la siguiente mañana. Y nada importará mientras hayas ido lejos, escapando de ti, de los recuerdos y de estos vacíos en casi cualquier alma.

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