domingo, 25 de enero de 2009

Detente...

"Detente" pediste de indiscriminada manera, a medio beso, a media oración reclinada en el oido de la nada que recargaba su mirada sobre mi cama; a media fantasía de un sueño y una señal, entre mis almohadas y mis anhelos.

Pediste sin siquiera pensar, que tal vez lo haría, que tal vez cumpliría, que las manos se llevabarian a la boca para callar el grito y saciar el hambre de aire temeroso que se ponía denso entre las paredes de este cuarto y mi pecho comprimido.

Sabía a lo que me enfrentaba desde un comienzo, a mis ideas divagando en un quizas que no existía y rogando por que este momento no fuera a llegar. Tristeza recorría mis adentros, retacados de alcohol, vacíos y melancolía por el adiós que no difunde sorpresa, sólo esperaba su turno en la recta final.

Sabía que esto no bien acababa, sabía que esto en mi algo iba a matar, sabía tanto... y aún así soy sorprendido por lo esperado, por la consecuencia de lo que ya sabiamos, del destino que no favorece a los sueños sin rumbo, soprendido por un poco de mi enterrar.

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