martes, 18 de noviembre de 2008

... Sin quitar el frío de mis manos.

Entre las luces paseantes de la nada que alumbra por las ventanas, quedamos tú y yo bajo las palabras desafiladas, evitando cualquier capa traspasar. Nos movemos con tacto en el enfrentamiento cara a cara y a corta distancia, nos movemos con cautela ante el gusto y tu sonrisa queda grabada en el momento de hacernos hablar.

Ante la charla que evita vernos a los ojos, y los destinos cada vez más cercanos. El ansia carcome mis manos, mi piel y mis besos, alejándome de todos los buenos pensamientos y poniéndome cada vez más cerca de tu cuello.

Mi destino alerta nuestros últimos momentos. Odio detenerme, odio no perseguirte, odio no atreverme. Y entre los pensamientos que fallan de destino, no alargo mis dedos a tu cabello fino, no detengo mis labios en tus hombros, no encamino mi voz a tus oídos... me voy saboreando la esencia que debió estar en mi boca y no alejándose sin quitar el frío de mis manos.

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