lunes, 12 de mayo de 2008

La dureza del saber

Mi mundo en inanición, la carne cada vez más seca, más curtida por el sol y el tiempo de historias viejas y cuentos de sombras bajo el rayo de tu voz a medio dormir. Poniendo duro el abdomen, ya medio cansado y flacido, de espera sentada, de caminata vaga con los hombros al suelo y la mirada empañada.

Las manos dolorosas de recuerdos que se escapan por falta de fuerza en el agarre, de entre los dedos los días y los viajes. Respirando con dificultad la espesa nata de quimicos que aún contiene aire y un poco de ti.

Recordando vago y sin querer alguno que otro momento, alguna que otra frase, que con eco sollozan en algun rincón oscuro de la casa que no fue hogar. Así se seca poco a poco la vida atravesada de un cable a medio día, con la intención de renovar la prenda, retomar las rienda, y un poco a poco cambiar.

La dureza del saber que el sol sólo quema, la memoria sólo se borra, y las fuerzas no vuelven sin razón. La dureza del saber que no hay cambios, sólo muertes. La dureza del adiós, y saber que no vuelves.

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