jueves, 6 de septiembre de 2007

Tregua....

Temeroso de una mordida, un ataque, o ladrido, me acerco y acaricio la superficie blanca y pálida del teclado.

Llevaba días sin poder juntar el valor necesario para una línea o dos, para unir frases, o de menos entablar una conversación.

La culpa es sentimiento ingrato, y la estupidez su mejor amigo. Desastrozo tener ambos por sombra y desayuno.

La extrañeza de martillear en busca de las frases adecuadas, de exprimir el fruto seco de la realidad interna, que debate los últimos días en fundirse en el olvido... sigo pensando como escribir, pues parece que la mano no obedece a la razón. La razón, ya tan olvidada del dolor, acostumbrada a quejarse y lloriquerar, hoy solitaria se reusa a platicar, a soltarse un poco, a colaborar en esta tregua con el mundo.

Se vislumbra temerosa y celosa la luz en la penumbra, y es cuestión de continuar con la inercia y comentar el porqué de la distancia, de la memoria, del tiempo, del olvido.

Yo que era tan seguro, tan claro; hoy confusión y queja.

Me alejo de la vida misma en espera de una ayuda no solicitada, pues cargo con propia cruz, y culpa es su nombre. No importa que tan arrepentido se este, el perdón no llega.

Y miente aquel que se perdona solo, y le mienten a aquel que al confesarse alivia su pena. El perdón es largo camino, de mis pies hoy lodo, de mis ideas estorbos.

La distancia al mundo, me permite evitar mostrar la nueva marca, la herida en la cara que nadie puede dejar de ver. La vergüenza del alma, y el paso de los errores contados en piel, cual días a prisionero en rayas... hoy soy pared llena de marcas.

1 comentario:

pamquibec dijo...

No hay mayor confusión, que la que provoca una identidad desconocida murmurándoe al oído, escupiendote palabras directo al inconciente, salpicando tus manos de letras indecifrábles....

No hay mayor confusión, que descubrir que hay más vacio que calma, más demonios que ideas, más absurdos que razones claras.

Y al final, no hay mayor confusión que notar que fuiste un ente desconocido incluso ante tu propia cama...

... La confusión de la confusión es voltearle a ella, la cara.